La evolución reciente de los mercados globales, los compromisos adquiridos a nivel internacional (como el Acuerdo de París sobre cambio climático o los Objetivos de Desarrollo Sostenible), así como la reflexión en curso sobre el propio proyecto de construcción europea, nos obligan a modernizar nuestra Política Agraria Común y adaptarla a la nueva realidad económica, social y política.

La PAC es una historia de éxito, que ha permitido al continente europeo pasar de una situación de déficit alimentario (en los años 50) a garantizarnos actualmente los mayores estándares de calidad a escala global a unos precios razonables. En un país como España, la PAC ha permitido la modernización del sector y su plena integración en los mercados globales.

A título de ejemplo, entre 2007 y 2013 se invirtieron 13.000 millones de euros en el desarrollo rural de las regiones españolas. Con estos fondos se favoreció la instalación de 8.000 jóvenes, se apoyó la modernización de 4.000 empresas agroalimentarias y se contribuyó a la creación de 30.000 empleos adicionales en las zonas rurales.

Para garantizar que la PAC continúe siendo eficaz y nos permita responder mejor a las nuevas necesidades del sector y de los territorios rurales, desde la Comisión hemos iniciado un amplio proceso de consulta pública: los grandes retos que tenemos frente a nosotros exigen, hoy más que nunca, escuchar todas las opiniones y avanzar entre todos en la definición de las nuevas prioridades futuras.

Más de 322.000 ciudadanos y organizaciones han participado en la consulta pública, hecho que nos confirma el creciente interés de amplios sectores de la ciudadanía europea en la PAC. La sociedad civil española ha sido muy activa en dicho proceso: hemos contado con casi 25 000 contribuciones de España (el 7,67% de las contribuciones), tanto de ciudadanos, agricultores, ONG como de autoridades públicas.

Esta amplia participación es un primer paso hacia la definición de una nueva PAC que deberá responder tanto a las necesidades cambiantes de la comunidad agrícola y rural como a las crecientes demandes emergentes del conjunto de la sociedad europea.

Conocimiento e innovación

Dado que el mundo está cambiando rápidamente, el reto de modernizar y simplificar implicará una mayor promoción del conocimiento y la innovación en el sector agrario y las zonas rurales: tenemos que abordar de un modo directo las lagunas de conocimiento, potenciar el acceso a la investigación así como mejorar los servicios de asesoramiento. También tendremos que pensar en cómo potenciar las inversiones en el sector, haciendo uso de nuevos enfoques.

Además, la simplificación de la política debería implicar mejoras en la gobernanza, una reducción de los costes administrativos y un mayor foco en los resultados gracias al uso de las nuevas tecnologías.

En este contexto, la futura PAC tendrá que prestar especial atención a los siguientes ámbitos:

•  En primer lugar, tenemos que ser capaces de garantizar la resiliencia del sector agrícola: tenemos que garantizar la estabilidad de la renta de los agricultores, aumentar la competitividad del sector y mejorar la posición de los agricultores en el seno de la cadena alimentaria.
• En segundo lugar, es necesario avanzar en la sostenibilidad ambiental de las explotaciones: tenemos que buscar fórmulas que nos permitan mejorar la preservación de nuestros recursos naturales y mejorar la integración de los objetivos climáticos en nuestra política (tanto en lo que respecta a mitigación del cambio climático como a adaptación). En este sentido creo que las nuevas tecnologías nos ofrecen un gran abanico de oportunidades para conciliar una mayor ambición ambiental con un adecuado rendimiento económico de la explotación.
• En tercer lugar, creo que tenemos que reforzar el tejido socioeconómico de las zonas rurales y prestar mayor atención al relevo generacional: soy consciente que en países como España, con muchas zonas con alto riesgo de despoblamiento, este es un tema importante para el futuro.

El dinamismo económico de las zonas rurales requiere una acción que integre tanto el capital físico como el capital humano. El apoyo a los jóvenes que inician una actividad agrícola es un elemento fundamental de nuestra política, así como todos los instrumentos de apoyo para favorecer el acceso de los jóvenes al capital y a la formación. Al mismo tiempo, debemos proporcionar las infraestructuras necesarias para garantizar tanto el dinamismo económico de dichas regiones como su calidad de vida. El acceso de las zonas rurales a la revolución digital nos va a proporcionar amplias oportunidades.

El pasado mes de septiembre, en la Conferencia Cork 2.0., una amplia representación del mundo rural de la EU confirmó la necesidad de garantizar una política rural y agrícola innovadora adaptada a los retos del siglo XIX.

En línea con las conclusiones de Cork 2.0, pienso que, efectivamente, las empresas rurales deben tener acceso a la tecnología apropiada, lo último en conectividad, así como nuevas herramientas de gestión para obtener los beneficios económicos, sociales y medioambientales. Además, es necesario fortalecer la innovación social, el aprendizaje, la educación, el asesoramiento y la formación profesional. Estas actuaciones deben ir acompañadas por el fortalecimiento del intercambio de igual a igual, el trabajo en red y la cooperación entre agricultores y empresarios rurales.

Necesitamos una PAC fuerte que nos permita actuar con eficacia frente a todos estos retos y que nos permita hacer efectiva la modernización tanto del sector agrícola como de los territorios rurales.

Artículo original publicado en el Anuario 2017 de UPA, que puedes consultar íntegramente pinchando aquí.